DIOS
LA NOCHE, LA LUNA Y ALGO MAS
Su
cuerpo descansa en el lecho de su cama, mientras,
Su
cobija solo cubriendo la silueta de sus pies,
Su
mente sumergida en un titilar de pensamientos,
que
ocasionan en él un estado de miedo, incertidumbre y sudor...
La
noche a llegado, y junto a ella, el vació y la soledad afloran dentro de él,
Cansado
de sentirse de esa manera, se levanta de su cama,
Buscando algo
para ahogar su sentimiento, pero no encuentra nada,
Él
sabe que su único consuelo lo encuentra en su ventana,
Se
posa frente a ella y observa la majestuosa luna que se posa en la mitad del
firmamento.
lagrimas
recorren su cara, que alcanzan a empozar y marcar el suelo,
Respira
fuertemente, sacude sus manos, se toca la cabeza, y cierra sus ojos,
Tratando
él de callar sus pensamientos, y de tomar control de su cuerpo,
Cuando
abre sus ojos, ya la luna se encuentra oculta y obstruidas por espesas nubes.
Vuelve
a respirar, ya con más calma en su interior, en ese momento,
sintió
un llamado en su interior, que lo hizo mirar en un punto exacto en el
firmamento,
Dos
segundos estuvo mirando fijamente, y enseguida fue sorprendido con un regalo,
o
un llamado como él pensó en sí mismo.
Una
estrella fugaz como ninguna otra, tan brillante y tan imponente,
Incluso
después que se desvaneciera se seguía observando su trayectoria,
Enseguida
y de prisa, del cielo salieron 13 estrellas,
Él
se tomó el tiempo de contar y apreciar los diferentes brillos que de ellas
emanaban.
Mientras
contaba las estrellas, sus problemas y pensamientos también tomaron calma,
Lagrimas
trazaron su cara una vez más,
pero
esta vez su cara venia acompañada de una profunda y bella sonrisa,
y con
un brillo en sus ojos como nadie jamás haya visto.
En
ese momento comprendió y aprendió una valiosa lesión,
"Nunca nos encontramos solos,
Siempre tenemos ante nosotros la obra y creación de Dios,
Y Dios manifestado y reflejado por medio de ella"
El
comprendió que se encontraba hablando y siendo consolado por Dios,
En
una mística y mágica manera....
Después
de ese acontecimiento más nunca solo él se sintió.
Salomón
González Muñoz
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